lunes, 20 de julio de 2009

¿Proyectamos realmente lo que somos?


"Como te ven, te tratan". Esta frase, producto de la sabiduría y tradición popular, es más que válida para toda aquella organización que se preocupa y ocupa de la imagen que proyecta su organización frente a sus diferentes audiencias directas e indirectas con las que mantiene contacto.

Es claro que en las actuales circunstancias resulta necesario proyectar valor, y entendamos la palabra valor como aquellos beneficios tangibles o intangibles que percibe esa audiencia o ese público que mantiene una relación en forma directa o indirecta, por lo que resulta fundamental que las organizaciones comprendan la importancia de la percepción de los diferentes públicos.

Las audiencias la constituyen todos aquellos individuos o instituciones que tienen algún contacto con la organización. Bien sean los públicos internos (empleados, funcionarios, gerentes o accionistas), los públicos externos (los consumidores, la competencia y las demás organizaciones públicas o privadas que operan en el entorno). Por ello, es importante que posean una imagen adecuada y positiva de nuestra organización.

El término imagen no debe quedar como un término ajeno e indiferente en el día a día. El papel que juega en la actualidad es prioritario y fundamental. En algunos años las organizaciones se dedicaban a desarrollar sus enfoques de negocio basados principalmente en la evolución de sus ventas, lo que sin lugar a dudas es argumento válido. Hoy por hoy, existen una serie de mecanismos que procuran ganar valor de marca frente a todas sus audiencias en un mundo que nos agolpa de mensajes, información e imágenes.

Según Dowling en su publicación acerca del manejo de la imagen, señala que es el conjunto de significados por los que llegamos a conocer a una organización, y a través de la cual las personas la describen, recuerdan y relacionan. Es el resultado de la interacción de creencias, ideas, sentimientos e impresiones que sobre esa organización tiene una persona (o una audiencia).

Al cuestionarnos, si verdaderamente proyectamos lo que somos, las respuestas podrían ser diferentes y quizás en algunos casos hasta contradictorias. Si bajo esa línea trabajamos un Diagnóstico de Imagen podríamos conocer que es lo que realmente piensan de nosotros. Para garantizar el éxito del diagnóstico, se recomienda sistematizar y correlacionar la información, a fin de reconocer al detalle algunos puntos por resolver, entre ellos la perfomance de nuestros mensajes, el impacto de nuestras comunicaciones, los niveles de flujos de informaciones, el manejo en la relación con los medios de comunicación, los elementos gráficos que difundimos, la relación entre mensaje y audiencia, entre otros. Recordemos que al igual que la persona humana, toda organización tiene una personalidad, que muchas veces se apoya en la imagen de su líder o líderes.

Resulta necesario comprender que todas las organizaciones poseen fortalezas que deben saber desarrollar y hacerlas sostenibles en el tiempo para poder establecer una empresa organizada y con expectativas a nivel de producción. En cuanto a las debilidades, es conveniente que sean detectadas para determinar los posibles factores de riesgo mediante la implementación de ideas creativas y potenciadoras. De esta manera, se logrará convertir progresivamente las debilidades inmediatas en fortalezas.
La interrogante que surge es como debería ser la proyección de una identidad sólida, prestigiosa, seria y consistente. Una buena imagen es aquella que aprovecha sus fortalezas y las difunde adecuadamente al interior y al exterior y, a la vez, trabaja eficientemente en sus debilidades, convirtiéndolas en áreas de oportunidad. Una buena imagen es aquella que hace explícita su misión y su visión para difundirlas en sus respectivas audiencias. Pero claro, este no es un tema de corto plazo, sino más bien implica toda una planificación estratégica de las comunicaciones en las organizaciones a mediano y largo plazo.

Finalmente, es bueno recordar que "como te ven te tratan", la gestión de la imagen corporativa está compuesta de todo un estructura de mensajes e imágenes diversas que proyectan internamente y externamente a diario las organizaciones. Usted, incluso, en este momento puede estar proyectando una imagen a sus audiencias, empleados, clientes, proveedores o socios. ¿Se ha preguntado si proyecta lo que realmente es?

lunes, 13 de julio de 2009

EL SALUDO, NUESTRA MEJOR CARTA DE PRESENTACIÓN

Todas las culturas del mundo tienen una forma de saludarse, una manera de expresar su afecto. Y es que hacerlo es el comienzo para comunicarnos con otro ser humano, una forma de cortesía.
Si bien en cada cultura el saludo tiene significados diferentes, todas cuentan con una característica común: el respeto a nuestros semejantes.
Si en el mundo oriental los esquimales se frotan la nariz y los japoneses hacen una reverencia (pues consideran antihigiénico estrecharse las manos) en el occidental el saludo se expresa con un beso o un buen apretón de manos.

No importa cómo lo hagamos, importa que lo hagamos. Una mirada, una leve inclinación de la cabeza, un beso, una sonrisa o estrechar las manos, deben acompañar siempre a un “buenos días” “cómo estás” “buenas noches” “gusto en conocerlo”.
El saludo dice mucho de quien lo realiza. Habla de su educación, su crianza, la formación en su hogar. Quien saluda muestra cortesía, cordialidad y respeto; demuestra cercanía y proximidad; expresa confianza y seguridad. Cuando saludamos trasmitimos mucha información.
Saludar debe ser en la Corporación FONAFE, y para nuestras relaciones sociales, muy importante; más aún, para nuestros compromisos profesionales. En nuestros centros de trabajo saludar es un gesto de cortesía y de buenas costumbres, no hacerlo es un claro reflejo de una actitud hostil, poco amigable, un rechazo, una falta de educación.

En nuestra empresa no debemos saludar solo al que conocemos, hagámoslo con todos los que trabajamos. Saludemos al entrar y despidámonos al salir de nuestros centros laborales, de la casa, de una tienda; en el ascensor, en las escaleras. Mucho mejor si lo acompañamos con una sonrisa, un palmoteo en el hombro o alguna otra expresión de caricia.
Mostremos honra y respeto por las otras personas. Que los funcionarios sean cordiales con sus colaboradores, que estos últimos sean corteses con sus jefes. Para el saludo no hay diferencias, todos lo merecemos. Saludar no nos hace menos, nos hace más y mejores.
“El que desprecia a su prójimo carece de corazón” (Proverbios 11:12)